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(*)Nacido en la
ciudad de Guatemala, poeta, novelista, ensayista, sociólogo y diplomático, ha
publicado Trashumada (1971), Ráfaga
Tempacio (1989). En 1987 obtuvo el Premio Guatemalteco de Novela, con En los
sueños no todo es reposo, también publica en 1994, La Caída de Arbenz. Como científico social ha escrito trabajos
sobre la historia de Guatemala y problemas sociopolíticos. En 1997 publicó Tu Propia Ficción, traducido al francés
y japonés. Actualmente es Embajador de
Guatemala en el Perú y Embajador plenipotenciario de Guatemala en el Japón.
REFLEXIONANDO CON “REFLEXION”
El libro de poesía "Reflexión" de
Luis Ernesto Chacón Delgado es
una de las
sorpresas que, gracias
al Fondo Editorial de la
Universidad Privada de Tacna,
tuvimos la oportunidad de
leer con deleite
cuando su autor, con
1a gentileza que lo
distingue, nos lo
hizo llegar con
una simpática dedicatoria que sólo podía ser de su inspiración.
"Reflexión"
significa la búsqueda de un lenguaje y de
una temática de vieja data, la
continuación de un largo esfuerzo poético de un creador cuyas raíces precisamente no son las de esta tierra
y, no obstante,
tiene el virtuosismo
de los inspirados nuestros. Luis Ernesto Chacón Delgado, en lo que va de estos últimos diez años o un poco menos según creo, inicia su trabajo poético maravillado,
anonadado, extasiado por la
presencia de una naturaleza que es tanto el universo sideral como la roca lítica del ande que alcanza su más alta expresión en su amado Machupicchu. Naturaleza que es fuerza, evocadora de
un. caos primigenio
y, a la
vez, deseo críptico
de desentrañar su misterio.
Recuerdo que
cuando tuve la
oportunidad de presentar
"Dela Tierra de Adentro" su
primer libro de poesía publicado en Tacna, la lectura de esos poemas en los salones del Club Unión,
provocaron entre los
asistentes una súbita
sensación de desasosiego.
Pude darme perfecta cuenta, por la expresión de esos
rostros tensos, atónitos,
demudados por la secreta emoción de los versos que leía, que asistían
sorprendidos a una ceremonia iniciática que los
introducía en un mundo poblado de rayos-
relámpagos y truenos que
crean y destruyen mundos, cimas y abismos que se acoplan, planicies y montañas
llenas de luz y de voces
profundas hechas de arco
iris, violetas y nenúfares.
La magia del chamán, de
ese sacerdote que es Luis
Ernesto Chacón Delgado
obraba su efecto:
un estruendoso aplauso coronaba
el sacrificio del
verbo hecho carne, sentimiento, emoción. La experiencia de ese primer libro que colinda
con la experiencia,
religiosa, fue un
conjuro al regreso mágico,
a la alquimia
profunda de la
palabra, preservando a la poesía en su último dominio sagrado.
Ahora en su libro,
"Reflexión", hay, sin embargo,
un giro proverbial, una reversión
temática que si bien es tendencia! en el primero, es categórica y definitiva en este último. Hay una vuelta del cosmos a
la interioridad del ser. No sé si Luis
Ernesto es consciente, o no, de lo que ocurre en ese retorno descrito en su libro, sino más
bien de un fenómeno que ocurre en el
campo de la filosofía: los primeros filósofos griegos. Fueron físicos o
"fisiólogos" como prefiere
llamar Aristóteles a los presocráticos: Tales
de Mileto, Anaxágoras,
Anaximandro, Leucipo, Heráclito,
entre otros. Estuvieron preocupados
por desentrañar los
misterios del cosmos
y, en tal sentido, la filosofía primera es
una Física y no
una Metafísica. Con Sócrates, sin embargo, se
produce la inversión primera.
Del Cosmos como centro de la meditación se retrotrae la esencia del ser, del
individuo. "Conócete a
ti mismo", la conocida sentencia socrática es una clara
muestra de esta inversión, y a partir de
allí, el conocimiento del individuo se convierte en una
obsesión que se paga bebiendo
la cicuta en algunas
oportunidades o crucificado en otras. Lo dijo Lao Tsé: "Quien conoce el mundo es un erudito, quien se conoce a sí mismo, un sabio". Muchos siglos después,
dijo Goethe: "Quien descubre la
verdad, quien se descubre a sí
mismo e incauto va y se
lo cuenta a la chusma,
termina en la hoguera o en la cruz". El acto se convierte en una incógnita y un
imposible. Y en ambos casos, una pasión
Inútil.
Y es precisamente este giro temático de Luis
Ernesto, el que me subyuga,
porque demuestra que dentro del campo de
la poesía y, mas exactamente dentro de
la filosofía, y luego de
aproximadamente Crítico del
presente siglo. Primero por ellos y
luego .por los integrantes del Círculo
de Viena: Rudolf Carnap
y Alfred Ayer, incluido el propio
Wittgenstein con su propuesta de filosofía
analítica- La razón es esta:
En casi dos mil años, la
filosofía no ha avanzado
absolutamente nada si se la compara con
otras ciencias como es el caso
do la física, la química, la biología, etc. Y no lo ha hecho porque,
preocupada por desentrañar los misterios
del ser, del absoluto, de Dios,
del. Alma, el sentido del universo, la
trascendencia del mundo, efectivamente, se ha. tornado Metafísica y se ha abocado al análisis de problemas que no tienen
solución.
Así, por
ejemplo, el problema del. alma que ha sido tratado desde Platón en
el siglo IV a, d C, hasta nuestros días por
modernos filósofos se ha
metido en el callejón
sin salida de la Metafísica, que no explica, que no
centra de manera especifica su
objeto de estudio, sino simplemente especula. Esta
es la razón de la propuesta
revolucionaria de una
nueva concepción de la
filosofía, a la
que no le
queda sino convertirse en un
parásito de la teoría: a la filosofía
moderna le compete ahora el análisis lógico;
lingüístico y conceptual de los
problemas que se plantean en los
otros campos específico del saber.
Lo que significa, un adiós a la filosofía tal como antes se concebía.
En otras palabras, los problemas
centrales de la filosofía no se
elaboran ya en el gabinete del filósofo sino en los
laboratorios de los hombres de ciencia.
Ya lo había anticipado el
filósofo anarquista español
Fernando Savater en su libro "Adiós
a la Filosofía", escrito en la década de
los ochentas, a propósito de un
estudio sobre el filósofo rumano E.M. Ciorán.
Y si
bien la filosofía
ha muerto en
términos de metafísica clásica,
de preocupación por los
problemas que brotan de
las entrañas mismas
del hombre y
se condicen precisamente por
eso, con lo que tiene
que ver con su
existencia, con su alma, con la
divinidad, con el otro que somos, con el extraño que nos habita, con la agonía de
cada día que nos perpetua,
con el amor, que
funge con ilusión, pasión, abrazo
carnal o quimera existencial. Si la
filosofía ha muerto, en estos términos,
no hay tiempo para el lamento, lo queda es la poesía. Poesía, que puede decir¬lo
y que no está ahora vedada a aquello.
Poesía que dice de los graves
problemas del hombre. Poesía que
por estar hecha de palabras aspira a
no significar, sino a ser
diciendo en otras palabras: poesía
de un lenguaje que ya no
significa y que dice sin decir.
Este es el verdadero
valor de los Ciento un cantos
de "Reflexión", de Luis Ernesto Chacón Delgado. No pretendo decir que es un libro
acabado. Creo ninguno libro, en cierta forma,
lo es
pero hay un
deseo sutil, subliminal
tal vez, de profundizar en los misterios de la
existencia del hombre y de la
divinidad, que nos hace esperar seguramente; otro libro que como este o mejor
aún nos lleve al borde mismo del abismo para contemplar mejor lo que somos o lo
que suponemos ser.
Juan
Torres Gárate (*)
Escritor
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