miércoles, 12 de diciembre de 2012

Reflexión



ACERCA DE REFLEXIÓN

A veces un poemario nace de diversas circunstancias, inexplicables si se quiere, pero irradiar reflexiones y dudas, no respuestas. Chacón Delgado pasa a ofrecernos sus pensamientos y reflexiones en las diversas encrucijadas que vamos encontrando al andar por este mundo. Mundo en el cual la rutina parece ir absorbiendo lo mejor de nuestros días en medio de una vorágine moderna que rebalsa de economía y en donde se pierden las estrellas, los paraísos. El pesimismo parece envolver los estancos del amor, en especial para quienes marchan con “el corazón en harapos”.

No obstante, Chacón Delgado nos sumerge en una tórrida lluvia de palabras que nos hacen surcar a una infancia, en la parte filial, para revertir la suelas de los zapatos y replantear el ahogar que le espera como el refugio. Afuera, amigos y enemigos, la vida. Chacón va adelante.

Fernando Gonzáles Davison (*)

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(*)Nacido en la ciudad de Guatemala, poeta, novelista, ensayista, sociólogo y diplomático, ha publicado  Trashumada (1971), Ráfaga Tempacio (1989). En 1987 obtuvo el Premio Guatemalteco de Novela, con  En los sueños no todo es reposo, también publica en 1994, La Caída de Arbenz. Como científico social ha escrito trabajos sobre la historia de Guatemala y problemas sociopolíticos. En 1997 publicó Tu Propia Ficción, traducido al francés y japonés. Actualmente  es Embajador de Guatemala en el Perú y Embajador plenipotenciario de Guatemala en el Japón.




REFLEXIONANDO CON “REFLEXION”

El libro de  poesía "Reflexión"  de  Luis Ernesto  Chacón Delgado  es  una   de  las  sorpresas  que,  gracias  al Fondo Editorial  de  la  Universidad Privada  de  Tacna,  tuvimos  la oportunidad  de  leer  con  deleite  cuando  su  autor, con  1a gentileza  que  lo  distingue,  nos  lo  hizo  llegar  con  una simpática dedicatoria que sólo podía ser de su inspiración.

"Reflexión" significa la búsqueda de un lenguaje y de  una temática de vieja  data, la continuación  de un  largo esfuerzo poético de un  creador cuyas raíces precisamente  no son las de esta  tierra  y,  no  obstante,  tiene  el  virtuosismo  de los inspirados nuestros. Luis Ernesto Chacón Delgado, en  lo que va de estos últimos diez  años o un poco menos según  creo, inicia su  trabajo poético  maravillado,  anonadado, extasiado  por la presencia de una  naturaleza que  es tanto el universo  sideral como la roca lítica del  ande que alcanza su más alta  expresión en su  amado Machupicchu. Naturaleza  que es fuerza,  evocadora de  un.   caos  primigenio  y,  a  la  vez,  deseo  críptico  de desentrañar su misterio.

Recuerdo  que  cuando  tuve  la  oportunidad de  presentar "Dela Tierra de Adentro"    su primer  libro de  poesía publicado  en Tacna, la lectura de esos  poemas en los salones del Club Unión, provocaron  entre  los  asistentes  una  súbita   sensación  de desasosiego. Pude  darme perfecta cuenta,  por la expresión  de esos  rostros  tensos,  atónitos,  demudados  por  la secreta emoción de  los versos que leía, que asistían sorprendidos a una ceremonia iniciática que los  introducía en un mundo poblado de rayos-  relámpagos y  truenos  que  crean y  destruyen  mundos, cimas y  abismos que se acoplan, planicies y montañas llenas de luz  y de  voces  profundas  hechas de  arco  iris, violetas  y nenúfares.

La magia del  chamán, de  ese sacerdote que es  Luis Ernesto  Chacón  Delgado  obraba  su  efecto:  un   estruendoso aplauso  coronaba   el  sacrificio   del  verbo   hecho  carne, sentimiento, emoción.  La experiencia de  ese primer libro  que colinda  con  la  experiencia,  religiosa,  fue  un  conjuro  al regreso  mágico,  a   la  alquimia  profunda  de  la   palabra, preservando a la poesía en su último dominio sagrado.

Ahora en su libro, "Reflexión", hay, sin  embargo, un giro proverbial, una  reversión temática que  si bien es  tendencia! en el primero,  es categórica y definitiva  en este último. Hay una vuelta del cosmos a la interioridad del ser.  No sé si Luis Ernesto  es consciente, o no,  de lo que ocurre  en ese retorno descrito en su libro, sino más bien  de un fenómeno que ocurre en el campo de  la filosofía: los  primeros filósofos griegos. Fueron físicos o "fisiólogos"  como prefiere llamar Aristóteles a  los presocráticos:  Tales   de  Mileto,  Anaxágoras,   Anaximandro, Leucipo,  Heráclito, entre  otros. Estuvieron  preocupados  por desentrañar  los misterios  del  cosmos  y, en  tal  sentido, la filosofía  primera es  una  Física  y no  una  Metafísica.  Con Sócrates, sin  embargo, se  produce la  inversión primera.

Del Cosmos como centro  de la meditación se  retrotrae la esencia del  ser, del  individuo. "Conócete  a ti  mismo",  la conocida sentencia socrática  es una clara  muestra de esta inversión, y a partir de  allí, el conocimiento  del individuo  se convierte en  una  obsesión que  se  paga bebiendo  la cicuta  en algunas oportunidades o crucificado en otras. Lo dijo Lao  Tsé: "Quien conoce el mundo es  un erudito, quien se conoce a sí  mismo, un sabio". Muchos siglos después, dijo Goethe:  "Quien descubre la verdad, quien  se descubre  a sí  mismo e  incauto va  y se  lo cuenta a  la chusma, termina  en la hoguera o  en la cruz".  El acto se convierte en una incógnita y un imposible. Y  en ambos casos, una pasión Inútil.

Y  es precisamente  este giro temático de  Luis  Ernesto, el que  me subyuga, porque demuestra que dentro del campo  de la  poesía y, mas exactamente  dentro de  la filosofía,  y luego de aproximadamente Crítico  del presente  siglo. Primero  por ellos y  luego .por  los integrantes  del Círculo  de  Viena:  Rudolf Carnap  y Alfred Ayer, incluido  el propio Wittgenstein con su  propuesta de  filosofía  analítica- La  razón  es esta:  En casi  dos mil años, la filosofía  no ha avanzado absolutamente  nada si se la compara con otras  ciencias como  es el caso  do la física,  la química, la  biología, etc. Y no lo ha hecho porque, preocupada por desentrañar los  misterios del ser,  del absoluto, de Dios, del.  Alma, el sentido del universo, la trascendencia del mundo, efectivamente, se ha. tornado Metafísica  y se ha abocado al  análisis de problemas  que  no  tienen  solución.

Así,   por  ejemplo,  el problema  del. alma que ha sido tratado desde Platón en el siglo IV  a, d C,  hasta nuestros  días por  modernos filósofos  se ha metido  en  el callejón  sin  salida de  la Metafísica,  que no explica,  que no  centra  de  manera especifica  su  objeto  de estudio, sino  simplemente especula.  Esta  es la  razón de  la propuesta   revolucionaria  de  una   nueva  concepción  de  la filosofía,  a  la  que  no  le  queda  sino convertirse  en  un parásito de  la teoría: a la filosofía moderna le compete ahora el análisis lógico;  lingüístico y conceptual de los  problemas que se plantean en  los otros  campos específico del saber.

Lo que significa, un  adiós a la filosofía  tal como antes se  concebía.  En otras  palabras, los  problemas  centrales de  la filosofía no se elaboran  ya en  el gabinete del filósofo  sino en los  laboratorios de  los hombres  de ciencia.  Ya lo  había anticipado el filósofo  anarquista español Fernando  Savater en su libro "Adiós a  la Filosofía", escrito en  la década de  los ochentas, a propósito de  un estudio sobre  el filósofo  rumano E.M. Ciorán.
Y   si  bien  la   filosofía  ha  muerto  en  términos  de metafísica  clásica,  de  preocupación  por los  problemas  que brotan  de  las  entrañas  mismas  del  hombre  y  se  condicen precisamente  por  eso,  con  lo  que  tiene  que  ver  con  su existencia, con  su alma,  con la  divinidad, con  el otro  que somos, con  el extraño que  nos habita, con  la agonía de  cada día que  nos  perpetua,  con  el  amor, que  funge  con ilusión, pasión, abrazo carnal o quimera existencial.  Si la filosofía ha muerto, en estos  términos, no  hay tiempo  para el lamento, lo queda es la poesía.  Poesía, que puede  decir¬lo  y que no está ahora vedada a aquello.  Poesía que  dice de  los graves  problemas del  hombre. Poesía  que  por estar  hecha de palabras  aspira a  no significar, sino a  ser diciendo en otras  palabras: poesía de  un lenguaje  que ya no  significa y que dice sin decir.

Este es  el verdadero  valor de  los Ciento  un cantos  de "Reflexión", de Luis Ernesto Chacón Delgado.  No pretendo decir que es un libro acabado.  Creo ninguno libro, en cierta forma, lo  es  pero  hay  un  deseo  sutil,  subliminal  tal  vez,  de profundizar en los misterios  de la  existencia del hombre y  de la divinidad, que  nos hace esperar  seguramente; otro libro que como este o mejor aún nos lleve al borde mismo del abismo para contemplar mejor lo que somos o lo que suponemos ser.

Juan Torres Gárate (*)
Escritor
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